Abierto de Australia: De la final de Moyá al título de Nadal
Sólo un tenista español ha sido capaz de conquistar el Abierto de Australia. Lo hizo Rafael Nadal en 2009. Pero antes, otros tenistas habían rozado la gloria. Entre ellos, Carlos Moyá.
Melbourne, 1997. Allí estaba, en la ronda final ante el que hasta el momento era el tenista más grande de la historia. Después de veintiocho años, desde aquella final alcanzada por Gimeno en 1969, por fin se volvía a vislumbrar a un tenista español en la final del Abierto de Australia. El hombre a seguir tenía nombre: Carlos Moyá. Con tan sólo diecinueve años y, en su segunda aparición en el torneo, el español se había plantado en la final del primer Grand Slam de la temporada.
La hazaña de Carlos Moyá
Una hecho el de colocarse en la última ronda, que fue posible después de que el balear apelase en primera ronda a Boris Becker. Sí, al vigente vencedor del torneo. Cinco sets para la historia, que quedaran grabados en las retinas de un Moya que salió simplemente a disfrutar, tal y cómo le había dicho su entonces entrenador, Joseph Perlas. El mallorquín, tras la victoria, hizo quizás lo más difícil, asentar la cabeza y evitar el conformismo en un torneo en el que ya había triunfado.
Las ansias de victoria, de querer más, son lo que hacen de un tenista normal, un gigante. El resto del cuadro hasta situarse en la final del torneo, no fue un paseo para el español (necesitó cinco sets para derrotar a Björkman en cuarta ronda). Pero lo importante es que allí se encontraba, frente a frente con Sampras (vencedor del Abierto de Australia en 1994 y considerado uno de los mejores tenistas de la historia). El vencedor fue lo de menos, quizás porque no fue el español. Moyá sucumbió en tres sets, pero logró ganarse un futuro lleno de alegrías. Y también, dejar un momento para la historia de nuestro tenis. Entrega de premios. Palabras de Carlos. Después de todo tipo de agradecimientos llegó aquel famoso ya, ¡Hasta luego Lucas!
El dominio de Agassi
Si hay un tenista que pueda presumir de que sus mayores logros han llegado en el Abierto de Australia, éste es Andrea Agassi. Y no son precisamente pocos. El estadounidense es un tenista fácilmente recordable. Después de conquistar el torneo de Sydney en 1995, los aficionados a este deporte esperaban una continuidad que se hizo esperar, pero llegó. Desde 1998 hasta 2003, el estadounidense se adjudicó tres títulos.
No hay que olvidar los que conquistaron Petr Korda, Thomas Johansson y Marat Safin en 1998, 1999 y 2003 respectivamente. Pero fue Agassi, el que consiguió atraer todos los focos. En el año 2000 llegó su primera aparición en la final desde aquel título conquistado hacía ya cinco años. Su rival, Kafelnikov. El estadounidense conquistó por segunda vez el Abierto de Australia, tras cerrar un complicado partido con un ace, sobre el todavía cemento verde de Melbourne.
Más sencillos fueron sus dos últimos títulos. Sus rivales, Arnaud Clément y Rainer Schüttler, no pudieron evitar esa mirada final que Agassi dirigía hacia su mujer después de cada victoria. El empeño del estadounidense por entrar en la historia del Abierto de Australia fue muy notable y recompensado, ya que, hoy día, es el jugador con más títulos en este torneo, compartiendo logro con Roger Federer.
La aparición del más grande
De rodillas, con los brazos al cielo. Así celebraba Roger Federer su primer título en el Abierto de Australia. Su rival, Marat Safin, vencedor al año siguiente, no pudo apagar la llama que comenzó a encender en Melbourne un joven mago, en el 2004. Un genio que hoy, ocho años después vuelve a partir como uno de los favoritos. Su nombre aparece en todos los eventos y, en el torneo australiano, con mayor fuerza aún.
Después de que Marat Safin se alzase con el título en 2005, le volvió a llegar el turno al suizo. Dos años consecutivos proclamándose campeón, le valieron a Roger para hacer historia. Dos finales ante Marcos Baghdatis y Fernando González respectivamente. El de Basilea había comenzado un nuevo reinado, uno de los perduran para siempre.
Su revés a una mano, hizo recordar al legado que mantuvo Pete Sampras. Dos tenistas. Dos maravillas. Dos hitos que quedaran grabados en la historia de este deporte y que adentran un debate sobre quién es el más grande del tenis. Al suizo, no obstante, todavía le esperan alegrías por llegar en este Abierto de Australia, que también volvió a ganar en 2010 derrocando en la final a Andy Murray.
La única conquista española
Año 2009. Nuestro año y, quizás, el año del Abierto de Australia. El torneo que se vivió en esta fecha fue sencillamente espectacular. Gracias, en gran parte, a dos españoles: Fernando Verdasco y Rafael Nadal. El madrileño, tras vencer en la final de Copa Davis de Mar de Plata, un punto de inflexión en su carrera, se plantó en el torneo australiano consciente de que podía hacer algo grande. Por primera vez en su carrera alcanzó las semifinales de un Grand Slam y, de no ser por el de Manacor, habría llegado a la última ronda. Los dos españoles se vieron las caras en la que será recordada como una de las mejores semifinales de un torneo.
Durante el transcurso del partido se sucedieron puntos imposibles al alcance de muy pocos. Un partido lleno de moción, vibrante, en el que se disputaron cinco sets y que se prolongó más allá de las cinco horas. Nadal se derrumbó sobre el cemento. Fernando Verdasco bajo la mirada. Una doble falta había acabado un partido en el que el madrileño estuvo muy cerca de sellar su pase a la final. No obstante, su juego no paso desapercibido. La grada, perpleja, brindó una ovación a los dos tenistas que tanto espectáculo les habían ofrecido. Nadal, consciente del esfuerzo de su compatriota, saltó la red y abrazó a Verdasco. Una imagen para el recuerdo de todos.
Final del Abierto de Australia con presencia española. Desde aquella de Moyá en 1997, ningún jugador de nuestro país se había posicionado en la última ronda del torneo. Era el año. Tras aquella impresionante final, Nadal no podía defraudar y no lo hizo. Federer acabó empapando su rostro de lágrimas, lágrimas de impotencia que caían al verse superado por el español. El esfuerzo inhumano de Roger, que prolongó el partido hasta el quinto set, había sido en vano. Rafa le abrazó y el público le dijo al suizo que realmente el seguía reinando en Melbourne.
Un palo muy duro para el suizo, pero del que supo sobreponerse. Un año después y, cuando todos le daban por muerto, Federer sacó su orgullo para proclamarse campeón por cuarta vez en su carrera. El 2011, fue el año de Novak Djokovick. El serbio se proclamo campeón de tres Grands Slams, incluido el Abierto de Australia. El subcampeón en ambas ediciones fue Andy Murray, quien intentará en este 2012 resarcirse de estas derrotas.